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Blog alternativo de actualidad política con temas de interés internacional

Escape del chavismo a tierras lejanas

El Reloj del Tiempo

Escape del chavismo a tierras lejanas

Todo, tiene un precio y se debe luchar por el territorio donde residimos, es ocurrente el naufragio en que nos desarrollamos y, jamás debemos decirle un adiós, como hacen muchos venezolanos que huyen y traicionan a su patria de origen, más, los chavistas que decidieron ser nacionalistas y escapan como ratas a un agujero o una cueva nueva.

Estamos, rodeados de un xenofismo con caracterología fascista que nos lleva a una extrema izquierda eurófoba. Ellos prefieren pasearse por Nueva York, tomarse unas fotos, degustar platos chinos y decir luego, que son antisistema.

 

Con lágrimas de plomo, Rudyard Kipling cinceló en su epitafio sobre la tumba de su único hijo, muerto en el campo de batalla de la primera gran contienda mundial, una gran verdad de una gran mentira: "Si alguien pregunta por qué morimos, decidle que fue porque nuestros padres mintieron". Como enseña la Historia propia y la ajena, la violencia no vive sola. Lo hace entrecruzada con la mentira, de modo que al hacha que representa a la primera se entrelaza la serpiente de la falsedad.

 Así, la violencia se embosca tras la mentira, y ésta se apoya en la violencia.

La serpiente, como explicita la popular canción soul de ese título y que Trump ha manipulado a conveniencia en varios hitos de su carrera presidencial, siempre acaba por mostrar su verdadera fazThe snake, narra la historia de la mujer que recoge a uno de estos reptiles con el que se topa medio congelado en el camino. Afligida, le da cobijo, lo alimenta con leche y miel y lo acomoda al lado de la chimenea. Tras prodigarle cuidados y esmeros, la serpiente se revuelve y le asesta una mordedura venenosa. Cuando la aturdida protectora le inquiere sobre por qué le paga con tamaña ingratitud, el ofidio se regocija gozoso: "Oh, cállate, mujer tonta. / Sabías jodidamente que era una serpiente antes de llevarme contigo".

Así pasa con Nicaragua, Argentina, Bolivia y Cuba con nosotros los venezolanos. Traidores y falsos, nos ha traído la violencia.

Esta fábula ilustra la metamorfosis de la autodenominada Revolución de las sonrisas en Cataluña, como la Revolución Bolivariana en Venezuela, aunque nunca fuera esa su naturaleza, como tampoco era la condición de la serpiente que se encara contra su bienhechora. A menudo, el odio se disfraza con careta sonriente cuando hiede a hiel. En cuanto se ha desplomado el teatro de la farsa y el primero de sus impostores se ha precipitado al foso, los Gandhi de opereta, con su impostado pacifismo, han aparecido con la máscara oscura y tenebrosa con la que intensifican su violencia callejera y reviven escenas ya vistas en el País Vasco con el kale borroka.

Al respecto, convendría no banalizar esa violencia relativizándola como de "baja intensidad", cuando tanta yesca se apila. Obra efectos letales al hacer que el ciudadano se olvide de lo que es y cómo piensa. Sumido en una espiral de silencio, le convierte en rehén de sus verdugos, al modo de ese vecino del juez Llarena. Éste ha plantado una estelada bien visible para que nadie confunda su residencia veraniega con la del magistrado del Tribunal Supremo erigido en martillo de golpistas.

La vanguardia de esos activistas, reclutada por la CUP y amparada por el mismísimo presidente del Parlamento, Roger Torrent, además del resto de corifeos del separatismo, agrava una deriva furibunda. Ya era apreciable tanto en las vísperas como en las postrimerías del intento de golpe de Estado del 1 de octubre. Basta ver el piélago de pruebas que la Guardia Civil ha remitido al juez Llarena, 

Por lo demás, la escena internacional sigue dominada por la caída en bolsa del sector tecnológico, después de que se descubriera la utilización de los datos cedidos a Cambridge Analytica en la campaña electoral de Trump. El presidente de Facebook, Mark Zuckerberg, intenta restaurar la confianza con pequeños parches, como incrementar los controles sobre los brókeres de datos con los que trabaja.

El mar de fondo está en los aranceles que Trump anunció para frenar la transferencia tecnológica a China, que pueden convertirse en un boomerang y desembocar en un castigo al propio sector estadounidense. Al igual que ocurre con los aranceles al aluminio o al acero. La disposición de Pekín a negociar sirvió esta semana para calmar los nervios. Pero hasta que no se solventen las dudas sobre las verdaderas intenciones del mandatario americano, persistirá la incertidumbre. De todas formas, la economía global sigue en un entorno de crecimiento y nadie augura una recesión antes del 2020.

 

La volatilidad de la bolsa estadounidense, y su contagio a Europa, dispara las especulaciones sobre si se trata del primer síntoma de nuevas turbulencias económicas, cuyo epicentro sería una próxima guerra comercial entre EEUU y China. Se trata de un punto de vista muy discutible, que no se compadece con lo que realmente ocurre en Wall Street.

Las caídas tienen mucho que ver con el sector tecnológico, cuyos gigantes perdieron más de 250.000 millones en las últimas sesiones. Es una corrección previsible en valores que cotizaban con múltiplos muy altos, sobre los que, además, se cernió la tormenta perfecta, con el escándalo de las filtraciones de datos de Facebook y las expectativas de un endurecimiento normativo y fiscal. De hecho, Donald Trump advirtió ayer por Twitter a Amazon en este sentido.

El presidente de EEUU volvió así a alardear de la misma brusquedad a la hora de expresarse que mostró al anunciar sus nuevos aranceles a China. Pero, tanto en el caso de las tecnológicas como, sobre todo, en lo que respecta a la guerra comercial, conviene no exagerar las verdaderas intenciones de Trump.

El hombre es un animal territorial", dice George Steiner. Como los lobos, algunos que se dedican a la política mean en su territorio, marcan su poder, imponen la ética de las convicciones ignorando la ética de las responsabilidades. Sólo ven el mal que les hacen, no el que hacen ellos. Imponen su ideología como si fueran de una secta religiosa.

He ahí los independentistas. Practican la corrupción y la mentira, ofrecen utopías imposibles y engañifas ("Me sacó de mi casa con engañifas, prometiéndome una ínsula que hasta agora espero", dice Sancho). Los lobos meapilas del agua bendita, aparentemente mansos, algunos enrejados, han arrebatado las banderas al Estado, y a la izquierda, el lenguaje. Los que les apoyan en el extranjero son de extrema derecha antieuropea, flamenca, italiana, alemana. El último que ha visitado a Puigdemont es el cofundador de Alternativa para Alemania.

Aquí, desde la Transición -por razones de mamoneo, que no por razones de Estado- no se ha examinado la patología etnicista y reaccionaria del nacionalismo. Ahora, ya en la boca del lobo que mea, la Democracia no sabe desmontar las patrañas de los independentistas, siempre apoyados por los equidistantes y por una izquierda que no sabe lo que se pesca. Como si aún estuviéramos en el franquismo, los Times anglosajones insisten desde el inconsciente en la idea mágica y negra de la España del recuerdo y ante la campaña de los periódicos que denuncian la «represión» en Cataluña, el Estado español ni sabe ni contesta.

Arturo Pérez-Reverte, nuestro capitán de Flandes, siempre de guardia, escribe: "Más que el problema catalán, lo que me aterra es la incompetencia de este Gobierno de mediocres ineptos. A veces me pregunto si el Estado español merece sobrevivir a sus propios complejos, o si en realidad lo que merece es irse directamente ".

No todos los políticos son ineptos o lilas. Los hay, como José Luis Ábalos, del PSOE, que tratan de propagar el relato real. El secretario de organización de Ferraz, un tipo sólido, leal e inteligente, acusa al independentismo de no entender cómo funciona la ley, se burla de la falsa equidistancia de los Comunes y aconseja a los perdidos en el laberinto gótico elaborar una alternativa viable que asuma la legalidad: "Los independentistas hablan mucho de democracia y sus propuestas son profundamente antidemocráticas".

En estos instantes de confusión, cuando unos bribones se están jugando España a los dados, son necesarios los hombres leales de la izquierda y de derecha, que les digan a esos alucinados que un Parlamento no puede coaccionar o perseguir a los jueces.

El independentismo es la chacina de muchas mentiras procesadas. Discrepancias, guerras de clanes, triunfalismos, cobardías, complejos, trampas. El serial catalán alrededor de tanta mentira repicada desactiva la independencia para un par de generaciones. Son muchos años de beneficio dudoso enredado por demasiadas mentiras. Pero eso ya se sabe. Lo destemplado es lo otro, lo de la noticia falsa galopando sin brida, buscando un hogar fuera de sí. Y calando en lo hondo de algunas mentes como una realidad imposible pero necesaria.

Hay días en que todo lo que dispensa este tema parece de coña. Una coña sucia como una mentira. Gente huyendo en todas direcciones, embusteros populistas que no aceptan el final que asoma. También esto pasará. Y lo recordaremos con el mismo destemple superviviente con el que hablan de su aventura los que sobrevivieron a la Movida de Madrid en los 80: "Cómo se nos fue la olla".

Cada generación tiene su ajuar histórico. En Venezuela hemos caído en la trampa de Podemos y de unos militares ignorantes que serán suplantados, una vez que el partido comunista controle absolutamente todo el poder político y territorial, no habrá más otro Oscar Pérez, más allá de lo que pudo representar.

El nuestro, en España y Venezuela, es esto. Unos años mal hilvanados en los que aprendimos a vivir, incluso con alegría, mientras una mentira se instaló contra la gran mayoría. También esto pasará. Vivir es bracear contra la corriente, baldear lo que estorba. Y cuando más sabes menos merece ser conservado. El independentismo será una batallita, una falsa monea, un alpiste para youtubers. Porque el lema de nuestro anillo será volver a la normalidad. Sólo en ella es plena la vida.

Ahora bien, no todo vale a la hora oponerse a la injusticia. Un mal no se arregla sustituyéndolo por otro. La violencia, afirma Martin Luther King, deforma al ser humano. Jamás conduce a una paz digna de tal nombre puesto que humilla al rival en lugar de convencerlo, esto es, de ganarlo para una causa noble. Lejos de aminorar la injustica y el dolor, la violencia los expande. Tal es, en opinión de Martin Luther King, la gran debilidad de los métodos violentos: generan aquello mismo que pretenden suprimir. El esfuerzo liberador ha de estar encaminado a aniquilar el mal, no al malvado. Y cita a este respecto las palabras de un conocido discurso de Gandhi: «Quizá hayan de correr torrentes de sangre antes que conquistemos nuestra libertad, pero ha de ser nuestra sangre».

Descartadas la pasividad estéril y el derramamiento de sangre, Martin Luther King propone el camino de la resistencia pacífica, de todo punto incompatible con la ley del Talión. A un ataque, afirma, no debe responderse con un contraataque ni con venganza; el odio no debe ser neutralizado con odio, sino con amor. E insiste en la idea de liberar a un tiempo al oprimido y al que oprime. «Lo que hacemos», dice a sus oyentes, "lo hacemos no sólo para los negros, sino también para los blancos. En tanto que liberamos al negro, liberamos asimismo al blanco de sus puntos de vista erróneos".

Nunca uno se cura de espanto, más bien acaba por tirar la toalla o caer en la misantropía, o sea, en no esperar mucho bueno del común de los humanos. Enfoquemos: hace unos días, un amigo uruguayo en una red social se echó las manos a la cabeza -y los dedos al teclado, hechos látigos- porque a Sergio Ramos le habían dado un aplauso los aficionados al incorporarse con demora por paternidad a un entrenamiento. Cualquiera diría en su sano juicio que el respetable desempleado o jubilado que va a ver los entrenamientos le daba la enhorabuena por su nuevo hijo. Pero no, según el castigador, se trataba de una muestra de machismo y de patriarcado. Nada parece importar al comentarista que su mujer, Pilar Rubio, que ya ha tenido tres hijos con el futbolista, no esté en absoluto molesta con ser madre de hijos del futbolista, a tenor de su frecuencia al parir y criar con el sevillano. Lo alucinante es que los comentarios, nada mal escritos, abundaran en considerar aquellas palmas como muestra inequívoca de "patriarcado" y de "machismo". Cuidado con decirle "Enhorabuena, pedazo de padre" a un sobrino cuya mujer acabe de dar a luz. Te puede caer un pogromo de red social, una manta de leches sin mano. Por insultar a su mujer. Ya me dirán cuál es la morfología de tal pirueta intelectual, quienes la entiendan. Es cosa de los nuevos vigías morales, que no paran de sorprender. Y de acusar. Tan peregrinamente.

 Unos se van del país, abandonan su nación y se convierten en prófugos bajo el disfraz carnavalero de su política insensata. Y otros abjuran de lo que, con solemnidad cinematográfica de cartón piedra juraron, cuando pusieron a Dios por testigo de que no volverían a pasar hambre fuera de la política separatista. La caída de Puigdemont en un operativo que, esta vez, no ha podido evitar con pelucas ni cambios de coches en los túneles, ha vuelto a despertar a los CDR secesionistas que, a la hora de escribir este artículo, tenían cortadas varias vías importantes de Cataluña, con camiones de mercancía peligrosa entre los vehículos retenidos. El grano separatista hace eclosión primaveral en las calles y carreteras catalanas supurando el pus de su frustración porque el jefe tribal ha sido detenido. La rebelión de las sonrisas ya también lo es de las lágrimas. Se juegan su futuro. Y eso es la mar de serio.

Europa acaba de darles, una vez más, con la puerta en las narices. Cerrando cualquier resquicio de esperanza para que la causa de los rebeldes encuentre el apoyo internacional que nunca ha conseguido. Y con la que sueñan y engañan desde hace tanto tiempo. En vuestros móviles os siguen llegando todo tipo de memes sobre Puigdemont: desde protagonizar la figura del Prendimiento en los pasos de Semana Santa hasta convertirlo en la legendaria foto de El Lute, tras ser atrapado por la Guardia Civil y con su brazo en cabestrillo. Es ya materia de chiste y chascarrillo desde hace tiempo. Un actor cada vez más secundario de una comedia política a la que los chicos de Boadella y su ministro Guasch, tabarnarios hasta las cachas, le montaron una carpa frente a su casa de Waterloo para tomarse a risa lo que ya es un puro cachondeo. La derrota en Alemania escuece. En Alemania se contempla el delito de sedición. Y el ex alcalde de Gerona es un sedicioso y, como tal, enemigo declarado de España, a la que quiere derrotar desgarrándole un brazo de su cuerpo. El Estado, ante tipos como estos, que ni siquiera fueron elegidos democráticamente por el pueblo, sino que llegó al poder a base del dedo mesiánico de Artur Mas para que lo sustituyera en mitad del encuentro; digo que el Estado ante tipos como estos solo tiene una opción.

Y el problema cada vez que se siente acorralado vuelve a correr hacia delante, en una carrera sin meta visible, una gigantesca maratón en cuyo recorrido van cayendo uno tras otros los que, en principio, aseguraban tener más pulmones. Ya por incomparecencia ya porque, asfixiados por tan exigente ritmo, abren la boquita y sube el pan. ¿Tiene por donde cogerse las declaraciones del presidente del Parlamento, el tal Torrent, de que cualquier presidente de la Generalitat está por encima de la ley? Eso es lo que declaró y mantuvo cuando ligaron a Puigdemont con el día tonto en Alemania. Situándose en un escenario de la corte del Rey Sol. Ellos, los caciques de la clase supremacista catalana, la que habla en nombre de todos los catalanes cuando tienen ardua confusión para representarse a sí misma, son intocables. Como los reyes que subieron al trono de la mano de Dios. Teócratas que han construido sus pirámides de mentiras con los ladrillos de oro del tres por ciento de comisión. Y que se saltaron la ley, convocaron referéndums ilegales y tramposos, intimidaron a los catalanes que no piensan como ellos y se declararon independientes cinco minutos. Hay que seguir defendiéndonos de esta teocracia de mangantes. Y no sería ni malo acordarse de las escuelas…

Es bueno, dialogar con Diosdado Cabello y Pablo Iglesia, a sus lados, sin duda sentaremos a Raúl Castro, Leonel Fernández y a José Luis Zapatero. De lejos, a Los Clinton, otras ovejitas, con caras de murciélagos depredadores.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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