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Blog alternativo de actualidad política con temas de interés internacional

Procesos autonómicos y el bien moral partidista: Venezuela- Catalunya.

La Tecla Fértil

Los periodistas y escritores, estamos expuestos a las distintas vivencias que se expresan en el país y como tal, redactamos la información sin declarar un culpable o un inocente de tal hecho. Así que, apalear un avispero trae sus consecuencias y, he sido pasto de esas llamas, por lo tanto, es la primera vez que apruebo la conducta aplicada por La Asamblea Constituyente, por la ley del miedo y el control de las redes sociales. De verdad, la militancia anti oficialista ha perdido votos y favorecido la abstención por los mensajes dejados en las redes de internet.

Como ya lo hemos dicho en varias oportunidades, en la Venezuela dividida actual, hay muy pocos temas en las cuales existe consenso entre la población y los representantes de grupos de presión, grupos de interés, grupos gremiales, centros de investigación y universidades. Y creo que los más importante, si es que no los únicos, tienen que ver en las elecciones municipales por venir, debemos salir a votar y no abstenernos.

Hay que aceptar los cambios por venir, aprobarlos y luchar para que los decretos no sean fingidos, ya que hay intereses a expensas de todos los demás y grupos de poder.

Los Intereses Particulares y las Necesidades Comunes, por ley natural se conservan al darse Equilibrio; transforman la realidad en complementaria (los antagónicos destruyen su propia obra y los complementarios la construyen, le dan continuidad, proyección). Los seres humanos en la etapa de civilización desarrollaron la facultad de cambiar el medio y así mismos; convirtieron lo natural en artificial, por tanto, tienen la facultad de retornar a lo natural, al equilibrio, el cual se ha perdido. La humanidad dispone de todos los recursos para hacerlo.

Lo fundamental es que no haya impunidad y que los corruptos sean llevados, según su grado de participación en el tráfico de influencias, a los Tribunales de Justicia. Ellos, destrozaron al país y, teneos mucha gente buena que puede participar en las elecciones y, no ser nombradas a dedo.

Sin embargo, hay que decir y reconocer que la institucionalidad democrática del país está funcionando y dando buenos resultados:

Hay sentimientos encontrados, es cierto, presagian una campaña electoral llena de desconfianza, fría, personalista, en que la ciudadanía difícilmente conectará con sus afectos partidarios tradicionales y en la que nadie, ni la mejor encuesta en todo el territorio nacional, está en capacidad de predecir nada sobre lo que sucederá en las próximas elecciones. Todo es incierto. Todo está abierto.

Durante la Edad Primitiva existía unidad natural, instintiva en la humanidad; en el período de los Intereses Particulares(civilización), la unidad sólo se ha dado accidentalmente, la constante ha sido la división: todos contra todos: pérdida de equilibrio. Para el futuro, puede ser posible la Unidad basada en el conocimiento y en los ideales comunes, adicionándole la previsión y la construcción de futuro; superando así, la unidad instintiva de subsistencia.

Cuando la humanidad y la sociedad apunten su accionar a unos mismos ideales y objetivos, se dará su máxima expresión: UNIDAD, porque la unidad en sí, no tiene ningún valor, lo que tiene valor incalculable y desconocido por la humanidad, son sus frutos, los cuales se multiplican geométricamente; contrario a los frutos de la división, que multiplican el esfuerzo para no lograr el objetivo, desarrollando la civilización.

Los Intereses Particulares y las Necesidades Comunes, por ley natural se conservan al darse Equilibrio; transforman la realidad en complementaria (los antagónicos destruyen su propia obra y los complementarios la construyen, le dan continuidad, proyección). Los seres humanos en la etapa de civilización desarrollaron la facultad de cambiar el medio y así mismos; convirtieron lo natural en artificial, por tanto, tienen la facultad de retornar a lo natural, al equilibrio, el cual se ha perdido. La humanidad dispone de todos los recursos para hacerlo.

Los ideales y objetivos sociales, nacionales, mundiales, pragmáticos que por su naturaleza son a plazo indefinido, aportan otro elemento imprescindible en el logro de la unidad, y este elemento es precisamente el largo plazo. Los ideales y objetivos comunes humanos, trazan el camino a gobernantes y gobernados, siendo por sí mismos, fuerza que impide la improvisación de los gobernantes y gobernados, apuntando a la corrección del problema más difícil: Gobernar bien, direccionar acertadamente. Así, la humanidad, disfrutará y construirá futuro, a cambio de lo que acontece hoy: autodestrucción.

Movilizar una nación, y nuestro mundo tras un objetivo general, concreto, a corto plazo, es de gran importancia, pero, movilizarlos tras ideales y objetivos pragmáticos, comunes, globales, equivale a multiplicar los resultados o efectos.

La unidad, estimula la actividad individual y social. La unidad aplicada a ideales y objetivos nobles construye, proyecta, logra vivencia exótica, multiplica los resultados en la labor social, humana y natural.

La política entendida como la lucha por el bien común y la defensa de la libertad es un proyecto personal, una decisión que afirma en las más íntimas convicciones cognitivas y espirituales la democracia, el pluralismo y la validez del sistema político.

La política es una virtud por la virtud. Es una opción preñada de valores positivos que gravitan y se encarnan en nuestras acciones cotidianas de “justitia”. Como decía el escritor y filósofo español don Miguel de Unamuno (1864-1936), la política es un “gerundio” no un participio porque se está haciendo en el devenir de nuestra existencia.

La política no es azar ni negocio individual. Tampoco la oportunidad para llenar “egos”, “vanidades” y “bolsillos”. Estar en política buscando el beneficio propio es alimentar la maldad y desprestigiar los ideales del partido.



La efigie de los políticos corruptos debe estar siempre en el sepulcro de la perversidad.
 

Por todo lo anterior, vale decir, que los actores del proceso político como entes históricos están comprometidos con el bien común y la verdad. El político es responsable de sus actos y tiene el deber moral de hacer lo bueno, lo recto y lo señorial en el seno de su conciencia, Por eso, el buen político es probo. Atestigua con su trabajo el sentido espiritual de su ideología política. Expresa con sus sentimientos su profunda solidaridad con los que menos tienen. Así como al azúcar le es fácil ser dulce, al político noble le es sencillo ser íntegro en el ejercicio de su actividad cotidiana.

El político decente es leal con sus principios de bien moral.

 

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